Las y los fans de la ciencia ficción no podemos evitar hacernos esta pregunta cada vez que revisamos Jurassic Park; ¿por qué los fundadores gestionan tan mal el parque? Y es que la saga, iniciada por Michael Crichton y llevada al cine por Steven Spielberg, es mucho más que una historia de dinosaurios que escapan, convirtiéndose en una crítica feroz —y quizás no del todo intencional— a la precariedad laboral, la irresponsabilidad empresarial y el capitalismo desenfrenado.
Porque pese a lo que muchos creen, Jurassic Park no comenzó como una novela, sino como un guión de película. En 1983, Crichton escribió una historia sobre un estudiante universitario que lograba clonar un pterosaurio en secreto. La historia no le convenció y la abandonó por cinco años, hasta que en 1988 regresó con una idea más grande: un parque temático. Un parque jurásico.

Aunque en su momento fue leída como una advertencia sobre los riesgos de la ingeniería genética —y sí, tiene algo de eso—, una mirada moderna revela una verdad aún más incómoda: lo que Crichton y Spielberg terminaron retratando fue el colapso de un modelo económico donde todo se terceriza, se precariza y se maquilla con discursos de grandeza.
Porque pensemos en esto: el parque costó cientos de millones de dólares, pero Hammond, su fundador —el verdadero villano, seamos honestos—, decidió recortar en lo esencial. Le pagó mal al programador principal, Dennis Nedry, quien terminó saboteando el sistema por resentimiento. No instaló un generador de emergencia confiable, no enterró correctamente los cables eléctricos y —absurdo pero real— dejó toda la infraestructura técnica en manos de una sola persona.

La precariedad estructural se vuelve aún más evidente cuando llega la tormenta tropical. Si construyes un parque en una isla del Caribe, lo mínimo sería tener un plan para enfrentar el mal clima. Pero Hammond, en su infinita visión empresarial, decide evacuar la isla y cruzar los dedos para que todo esté bien al volver. ¿Y si los dinosaurios escapan? ¿Y si la electricidad no vuelve? ¿Y si, simplemente, no puedes volver a meter a un tiranosaurio en su jaula?
Así, en el fondo, Jurassic Park nos muestra lo que ocurre cuando el entusiasmo tecnológico y la promesa de ganancias rápidas superan a la ética, la planificación y el sentido común. Más que una tragedia de ciencia ficción, es una advertencia disfrazada de espectáculo: si todo lo haces barato, lo barato —y lo mortal— te sale caro.
