Títulos como Cuando acecha la maldad de Demián Rugna, La ira de Dios de Sebastián Schindel, Elefante blanco con Ricardo Darín o La mirada invisible de Diego Lerman son prueba de la capacidad del cine argentino para explorar con inteligencia lo social, lo íntimo y lo sobrenatural. Estas producciones, disponibles en el catálogo de Netflix, han captado la atención de una audiencia internacional que cada vez busca más historias con identidad latinoamericana.
En este contexto aparece Corazón delator, una nueva apuesta del director Marcos Carnevale que, a pesar de su tono melodramático y convencional, ha logrado ubicarse entre las películas más vistas en la plataforma. Con una duración de 90 minutos y un guion cargado de giros predecibles, esta historia nos enfrenta a un punto de partida potente: un hombre rico recibe un trasplante de corazón, sin saber que su vida cambiará para siempre no solo por lo físico, sino también por lo emocional.
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‘Corazón delator’: El drama argentino sobre un trasplante que transforma dos vidas
Juan Manuel (Benjamín Vicuña) es un exitoso empresario del mundo de la construcción, cuya vida de lujos y privilegios da un vuelco cuando sufre un infarto que lo deja al borde de la muerte. Paralelamente, Pedro, un hombre humilde de un barrio en riesgo de desalojo llamado El Progreso, sufre un accidente fatal. Su viuda, Vale (Julieta Díaz), atraviesa el duelo mientras trata de proteger a su hijo y resistir el avance inmobiliario que amenaza con destruir su comunidad. Los caminos de ambos personajes están por entrelazarse de manera irreversible.
Tres meses después del trasplante, Juan Manuel empieza a experimentar cambios sutiles. Ya no es el mismo hombre frío y calculador: su sensibilidad aumenta, su interés por lo humano crece, y pronto se siente empujado por una fuerza inexplicable hacia El Progreso, el lugar donde vivía el donante. Allí, en medio del caos urbano y la resistencia barrial, conoce a Vale y se involucra con su lucha comunitaria sin revelar la verdad que lo une a ella.
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El drama se intensifica cuando Juan Manuel comienza a colaborar con los vecinos para reconstruir un centro médico abandonado, el cual se convierte en símbolo de la esperanza del barrio. En el proceso, surge una conexión emocional con Vale, una atracción que parece guiada por el corazón que late dentro de él. Sin embargo, su silencio y el peso de su pasado empresarial, justamente responsable de la amenaza sobre el barrio, generan una tensión constante que se agudiza conforme avanza la historia.
Corazón delator se inscribe en el melodrama contemporáneo con un enfoque clásico, pensado para un público que valora las historias de redención, vínculos inesperados y segundas oportunidades. Aunque no desafía al espectador, puede satisfacer a quienes disfrutan de relatos como Lo que de verdad importa de Paco Arango o Milagros del cielo de Patricia Riggen, donde el componente humano y espiritual está por encima de la complejidad narrativa. Su mayor mérito es el golpe emocional de su arranque y el contraste entre dos mundos sociales, retratados a través del encuentro de dos vidas marcadas por la pérdida y la necesidad de empezar de nuevo.
